SEGUNDO PERIODO

UNA GRAN AVENTURA EN EL ARVÍ

 

El día 27 de mayo alrededor de las 7:25 a.m. se partió de la Institución Educativa Colegio Loyola para la Ciencia y la Innovación con destino hacia Parque Arví. Los estudiantes se repartieron en los autobuses según su grado y cada uno de ellos iba acompañado por un docente, en mi caso, fue Luz Marina y adicional a ella la rectora de la Institución, Gloria Inés. Una vez comenzado el viaje, la copiloto Leidy Giraldo, puso música para hacer el viaje mucho más placentero; los Beatles, fueron su banda escogida y la mayoría de las canciones eran de ellos. A mi parecer eran algo muy relajadas para el momento pero a casi todo el personal que iba en el bus le gustó.

Alrededor de unos 40 minutos después, luego de subir y subir empinadas calles, el autobús se detuvo en frente de lo que parecía un ‘’mirador’’. El Jardín Circunvalar, ese era el lugar en el que nos encontrábamos. Casas de madera, cuadras desorganizadas, un lugar un poco marginal con un clima muy frío, una zona muy alta de la ciudad. Deduje que podría ser peligroso sacar cámaras o celulares, la rectora me lo confirmó al descender ‘‘guarden el celular’’ me dijo, con cara de ‘’por aquí los pueden robar’’.

Junto con Levinson y Laura me desplacé hacia el tumulto de estudiantes que estaban mirando para abajo, el paisaje parecía ser bello, todos tomaban fotos. Robinson nos vio acercándonos al grupo de estudiantes y nos tomó una foto, Juan Carlos nos pidió el favor de que nos reuniéramos con nuestro grupo para escuchar las indicaciones que se nos darían más adelante.

Paola pidió a todos los estudiantes de 10° y 11° que se hicieran en círculo a su alrededor para que pudieran escuchar una pequeña introducción a la zona en la que nos encontrábamos. Aunque no pidieron que mi grupo, 9°, se incluyera en el círculo, varios de nosotros lo hicimos. Escuché su explicación y me interesó mucho lo que dijo sobre el urbanismo y el diseño de las vías.

Luego de escucharla me dirigí hacia mi grupo para tomarme fotos con ellos, la verdad todos lo estaban haciendo y a ellos se les ocurrió la idea de una foto grupal. Algunos de los estudiantes saltaban, otros cantaban, otro se tomaban fotos absurdas, unos tantos tomaban nota sobre lo que estaban viendo o escuchando y uno que otro tiritaba del frío.

Finalmente alrededor de las 9 de la mañana se abordaron los autobuses para continuar con el viaje, pues esta era tan sólo la primera parada de las que haríamos más adelante. Esta vez, Leidy, decidió poner un poco más de ritmo en el automóvil así que colocó salsa y música tropical. Perfecto para un ambiente frío.

Miré por la ventana para ver si podía distinguir en qué lugar nos encontrábamos, desafortunadamente lo único que pude ver fueron árboles y troncos apiñados a un lado de la vía. Era carretera destapada por lo que el movimiento irregular del auto no me permitió tomar fotografías claras. Supongo que estábamos pasando de Bello a Copacabana, no sé, lo digo porque de un momento a otro se divisó parte de terreno que está localizado abajo, y pude ver un camino que ya conozco bien, pues por allí paso cada que voy a visitar a mi abuela, ella vive en Santiago.

Para ir donde ella, desde mi casa, se pasa por Bello, Copacabana, Girardota, Porce y finalmente se llega, pero esto no viene al caso. Conocía el lugar que veía abajo, no estoy muy segura de qué es pero sé que mi padre me ha dicho reiteradamente que está situado en Copacabana.

Unos veinte minutos más tarde, el autobús paró nuevamente. Imaginé que habíamos llegado al Parque Arví y me decepcioné porque estaba dormida y quería seguir haciéndolo. Fue hermoso, habíamos parado en un lugar con vista privilegiada y de un verde atrapante.

El paisaje no cambió mucho con respecto a la parada anterior, el frío estaba aumentando, los chicos del colegio tomaban y tomaban fotos. Supongo que era evidencias para este trabajo o para biología, quizá para artística, no lo sé.

Se estuvo allí entre siete y diez minutos. Finalmente se abordó y retomó, nuevamente, el camino. Leidy, nuestra DJ, comenzó a poner música decembrina y de parranda.

Unos treinta minutos después se volvió a parar. Esta vez sí fue en serio. Se había llegado al Parque Arví. Eran alrededor de las 10 de la mañana. Todos descendieron del autobús con la esperanza de comenzar la caminata, ansiosos por las aventuras que se enfrentarían e inquietos por lo que se encontraría.

Todos se reunieron en una intersección y allí se esperó durante unos quince minutos para saber por dónde y con quién se emprendería la caminata. Luego, las directivas tomaron la decisión y se organizaron, se partió.

La organización estaba establecida para que cada grupo tuviera cuatro minutos de diferencia entre sí. Yo iba con Laura, Levinson y Andrés, tomando fotos, haciendo comentario sobre lo que encontrábamos y sobre el canto que estaban haciendo nuestro compañeros de 11°2.

Durante un largo trayecto intentamos alcanzar a los estudiantes de 11°1 y a Robinson, pero ellos nos llevaban mucho camino de diferencia, así que nos resignamos y nos fuimos quedando atrás de 11°2. A unos veinte minutos de caminata encontramos una tienda con baño. Muchos de nosotros entramos al baño y compramos mecato. Luego Paola nos llamó la atención porque nos estábamos dejando coger mucha ventaja a los de 11°1 y nos perderíamos, así que se agilizó el paso y se comenzó a correr para sobrepasar a los chicos de 11°2 y poder encontrar a Luz Marina, la directora de grupo, para continuar nuestro viaje.

Cuando se llegó a la bajada para comenzar el camino dentro del bosque, un policía habló con Luz Marina sobre la cantidad de personas que descenderían por el camino, ella le indicó que cada grupo iba con un adulto responsable, él le hizo un gesto como para que continuáramos y finalmente comenzó la aventura.

Descendiendo por el camino en el bosque me encontré a Deiby, un compañero del salón, y con él decidí correr por las partes resbaladizas del camino, me quería ensuciar un poco. Tomamos fotografías de insectos, hojas, ramas, árboles, rocas, musgos, personas, animales grandes, mariposas, lagartijas, y muchas cosas más que se atravesaron en el camino. Habíamos dejado muy atrás a Luz Marina por lo que no escuchamos la mayoría, por no decir que todo, lo que se dijo e instruyó del lugar. Por letreros e imágenes supe que posiblemente habría zarigüeyas y muchos insectos.

A una media hora del viaje se alcanzó a Robinson y él regañó al grupo. Dijo que se debía esperar a la directora de grupo así que nos sentamos en un lugar despejado y con un inmenso árbol. Algunos compañeros, Sofía, David, Andrés y Angélica, treparon las ramas del árbol mientras se estaba esperando. Unos siete minutos más tarde se retomó la caminata, pues Luz Marina estaba cerca del lugar en el que nos encontrábamos

Durante una media hora o más estuvimos cruzando riachuelos, árboles podridos, puentes de madera, se pudo observar mucha vegetación propia de la zona, pinos y árboles con hojas en forma de cabello. Se aprovechó el momento para comer algo pues desde el desayuno no se había ingerido nada más que agua.

Durante un largo trayecto todos los caminantes que me acompañaban se sintieron cansados, sin embargo continuamos el recorrido sin descansar un solo minuto. Al llegar a la zona en donde se encuentran las cabañas, encontramos a los estudiantes de 11°1 comiendo y haciendo actividades. Se comenzó a buscar lugar en donde sentarse a comer algo.

Tiempo después varios de los que estaban bajando detrás del grupo en que me encontraba llegaron al lugar de comidas.

Una media hora más tarde, Robinson y algunos integrantes de 11°1 cruzaron la vía y caminaron hacia donde se encontraba un rio. Varios minutos después se decidió seguir el rastro de Robinson. Unos siete minutos luego, nos encontrábamos varios compañeros en el agua helada, tratando de caminar sobre piedras resbaladizas y con la sudadera empapada de agua. Laura se unió a Andrés y yo, quienes habíamos entrado antes, para comenzar a subir unas rocas por donde bajaba el agua en cascada.

Todo iba perfectamente, se estaba caminando lento pero seguro hasta que se llegó a un punto en el que la corriente del agua era muy fuerte y las piedras disponibles parecían ser más lamosas, Laura decidió aventurarse y se lanzó, cayendo sobre una piedra mientras que yo me tiré sobre ella con el propósito de ayudarle. Luego de este incidente se decidió no continuar con la aventura bajo el agua y se descendió al lugar de origen.

Al llegar me di cuenta de que tenía la planta del pie con una pequeña cortada. Llamé a Mike, un profesor del colegio, para que me pasara algo para taparla y no ensuciar la media. Él comedidamente, pasó un algodón untado de Isodine para desinfectar la herida y colocó una venda sobre ella.

Luego se comenzó a bajar más por el camino, se llegó a un lugar en el que había que pasar sobre un tronco para llegar al otro lado donde había un espacio despejado ideal para dormir.

Se cruzó el tronco y se instaló una pequeña cama con un bolso y un buso para acostarse. Era cómodo e ideal para esperar al momento de la partida. Todos estaban exhaustos y querían dormir. Eran las 12:49 y los autobuses llegarían a las 2:00 p.m. Se durmió durante este tiempo y faltando quince minutos para que los autobuses llegaran se dispuso a ascender hacia el lugar donde se abordarían los buses.

A las 2:00 p.m. Los autobuses llegaron y cada estudiante abordó el que le correspondía.
Durante el viaje de bajada para la Institución el bus estaba en silencio, había música que casi nadie escuchó porque más de la mitad del bus estaba dormido. Todos estaban cansados y querían llegar a sus casas a dormir.

A las 3:05 p.m. el autobús estacionó en la Institución y los estudiantes descendieron de él. Algunos entraron al colegio, otros esperaron que las rutas de transporte que los llevan a sus casas llegaran pues está dispuesto que a las 3:30 p.m. todas ellas se marchan.

Y así fue como culminó el viaje que se realizó hacia el Parque Arví. Una experiencia inolvidable que propició espacios de aprendizaje e interacción con compañeros con los que casi no se tiene contacto.